02 mayo 2009

El sueño de los bebés/niños. Artículos

Lo que el Dr. Estivill debería explicar (si fuera sincero)

Colecho o compartir la cama hasta los 5 años o más

El colecho protege de la Muerte Súbita

Por qué los niños se despiertan por la noche por Carlos González

Muerte en la cuna de Laura Gutman

Colecho o compartir cama hasta los 5 años o más


Una experta británica líder en salud mental ha aconsejado a los padres que rechacen años de convencionalismo y permitan a sus hijos dormir en cama con ellos hasta la edad de cinco años.Margot Sunderland directora de educación del Centro de Salud Mental para Niños en Londres, dice que esta práctica conocida como "colecho", hace que los niños crezcan como adultos calmados y saludables.Sunderland, autora de 20 libros, subraya su consejo en "La ciencia de la paternidad" que será publicado a finales del mes.Ella está tan segura de sus hallazgos en este nuevo libro, basado en 800 estudios científicos, que ella está haciendo un llamado a los visitantes de salud para que hagan artículos con hechos sobre como educar a los papás en el tema de "colecho"."Estos estudios deberían ser diseminados ampliamente a los padres", dice Sunderland. "Yo simpatizo con los gurús de la crianza - por qué deberían conocer la ciencia? Noventa por ciento de estos son tan novatos que ellos deberían saber esto ahora. No hay absolutamente ningún estudio que diga que es bueno dejar llorar a los niños.Ella argumenta que tal práctica, común en la Gran Bretaña de entrenar a los niños a dormir solos desde las primeras semanas de nacido es dañino, por que cualquier separación de los padres incremente el nivel de hormonas del estrés como el cortisol.Sus estudios están basados en avances en el entendimiento científico desde hace 20 años de cómo el cerebro de los niños se desarrolla. Y otros estudios usando escaners par analizar como ellos reaccionan en particulares circunstancias.Por ejemplo, un estudio neurológico de hace tres años, muestra que un niño separado de alguno de sus padres experimenta una actividad cerebral similar al dolor físico.Sunderlando también cree que esta práctica tan concurrida está basada en actitudes sociales que deben ser abandonadas. "Hay un tabú en este país acerca de que los niños deben dormir con sus padres", ella dice."Lo que yo he hecho en este libro es presentar la ciencia. Estudios de todo el mundo muestran que el colecho, hasta la edad de los cinco año es una inversión para el niño" Ellos pueden experimentar la ansiedad por la separación hasta la edad de los cinco años y más allás, lo cual les puede afectar más tarde en la vida. Esto es calmado por el colecho".Los síntomas también pueden ser físicos. Sunderlan cita un estudio que encontró que el 70% de las mujeres que no han sido confortadas cuando ellas lloraban de niñas desarrollaron dificultades digestivas siendo adultas.

El libro de Sunderland la pone al nivel de la ampliamente leída gurú de la crianza Gina Ford, cuyos consejos son seguidos por miles de padres.Ford aboga por el establecimiento de rutinas de dormir para bebés desde una temprana edad "lejos del resto de la familia" y enseña a los bebés a "dormir sin asistencia de los adultos".En su libro. "The complete sleep guide for contented babies and toddlers"; ella escribe que los padres necesitan tiempo para ellos. "Compartir cama. muy a menudo lleva a los padres a dormir encuartos separados" y madres exhaustas, una situación que pone enorme presión en la familia como un todo."Anette Mountford, jefe ejecutivo de la organización de crianza Famili Links, confiró que la norma para los niños en Gran Bretaña era la de animarlos a dormir en cunas y camas, a menudo en cuartos separados, desde temprana edad. "Los padres necesitan su espacio",ella dice. "Hay beneficios definitivos al animar a los niños a dormir en su propia rutina y su propio espacio." Sunderland dice que poner a los niños en sus propias camas desde las pocas semanas de nacido, aun cuando estos lloren en la noche, ha mostrado un incremento en el flujo de cortisol en el cuerpo. Estudios de niños menores de cinco años han mostrado que en más del90%, el cortisol se eleva cuando ellos van a la guardería. Y cae en 75% cuando ellos regresan a casa.Profesor Jaak Panksepp, un neurocientífico de la Universidad Estatal de Washingtona, quien ha escrito unas palabras para este libro, dice que el argumento de Sunderland es coherente con la neurociencia. Una sociedad que sea sabia lo tomará con el corazón".





Sunderland argumenta que poner a los niños a dormir solos es un fenómeno occidental peculiar que puede incrementar el riesgo de muerte de cuna, también conocido como Síndrome de Muerte Súbita (SMS). Esto posiblemente causado por el el niño pierde el efecto calmante en su respiración y en su función cardíaca que proviene de estar cerca de la madre."En Gran Bretaña, 500 niños al año mueren de SMS", Sunderland escribe. "En China, donde el colecho es algo común, la muerte por SMS es tan rara que incluso no tiene nombre."
Artículo original: The Sunday Times Mai 14, 2006 (edición digital)

El colecho protege de la Muerte Súbita

El antropólogo James Mackenna publicó dos estudios en 1997 en el Pediatrics. Su trabajo se basaba en el control de las ondas cerebrales, movimientos oculares y los ritmos respiratorios de madres e hijos. Utilizó también cámaras de infrarrojos para tener constancia de los movimientos de ambos durante el sueño. Sus conclusiones resultaron importantísimas y le permitieron defender que el colecho protege de la muerte súbita.



Los bebés tienen patrones de sueño diferentes a los de los adultos. Pasan más tiempo en sueño leve (REM), en el que se es mucho más receptivo a los cambios del entorno. Cuando llegan a las fases de sueño más profundo llegan a tener episodios de apnea de una media de 15 segundos, de los que salen fácilmente despertando y retomando la fase de sueño REM.




Por eso los despertares de los bebés son normales y sanos. Necesitan permanecer alerta en el sueño como mecanismo de supervivencia.




En el estudio se registraba perfectamente que cuando madre e hijo colechan sus respiraciones, rirmo cardíaco y movimientos se sincronizan. La madre está más alerta y sus sonidos, roce y movimientos son una beneficiosa influencia para el pequeño. y bebé cuando duermen juntos están sincronizados, los movimientos y la respiración de cada uno afectan al otro. Las fases de sueño REM de ambos aumentan y el bebé es sumamente sensible a la presencia de la madre, manteniendo la posibilidad de despertar en los momentos de apnea.




El colecho no solo mejora la termoregulación, la estabilidad de los ritmos respiratorio y cardiáco, sino que es un factor muy beneficioso para mantener la lactancia y su duración, lo que hace ya mucho que se sabe que ejerce un efecto protector, por si misma, sobre la muerte súbita. Al facilitar la lactancia materna el colecho ya es un factor a favor de la prevención de la muerte súbita, que se suma a la sincronización de los ciclos de sueño.




El estudio concluye con una llamada a las autoridades sanitarias para que hagan esfuerzos para fomentar la lactancia materna en la duración mínima que recomienda la OMS y también del colecho seguro. Otros trabajos de este autor incidirán en la importancia para el desarrollo cerebral y emocional del colecho, así como las diferencias que hay en datos de muerte súbita entre diferentes culturas relacionados con la superveniencia o no del modo normal en el que siempre han dormido los niños humanos: el colecho.

Por qué los niños se despiertan por la noche por Carlos González


La mayoría de los insectos, reptiles y peces tienen cientos de hijos, con la esperanza de que alguno sobreviva. Las aves y mamíferos, en cambio, suelen tener pocos hijos, pero los cuidan para que sobrevivan la mayoría. Los mamíferos, por definición, necesitan mamar, y por lo tanto ningún recién nacido puede sobrevivir sin su madre, Pero, según la especie, también necesitan a su madre para muchas otras cosas.

En algunas especies, el recién nacido es capaz de caminar en pocos minutos y seguir a su madre (¿quién no recuerda aquella escena encantadora en Bambi?). Eso ocurre sobre todo en los grandes herbívoros, como ovejas, vacas o ciervos. Estos animales viven en grupos que devoran rápidamente la hierba de una zona, y tienen que desplazarse cada día a un nuevo prado. Es necesario que la cría pueda seguir a su madre en estos desplazamientos.
Los pequeños herbívoros, como loa conejos, pueden esconder a sus crías en una madriguera, salir a comer y volver varias veces al día para darles el pecho. Sus crías no caminan nada más nacer, sino que son indefensas durante los primeros días. Lo mismo ocurre con la mayoría de los carnívoros, como los gatos, perros o leones. La madre sale a cazar dejando a sus indefensas crías escondidas. Las crías no nacen sabiendo, sino que aprenden, y esto es importante, porque les permite una mayor flexibilidad. Una conducta innata es siempre iguai, una conducta aprendida puede adaptarse mejor a las condiciones del entorno, y perfeccionarse con la práctica. La primera vez que un ciervo ve a un lobo, debe salir corriendo. Si no lo hace bien, morirá, y por lo tanto no podrá aprender a hacerlo mejor. Por eso es lógico que los ciervos sepan correr en cuanto nacen. Los lobos sí que pueden aprender: la primera vez el ciervo se les escapa, pero con la práctica consiguen atraparlo. Los Juegos de su infancia constituyen un aprendizaje para su vida adulta.
Los primates (los monos) parece ser que descendemos de animales que caminaban nada más nacer. Pero, al vivir en los árboles, tuvimos que hacer cambios. Bambi resbala varias veces antes de ponerse en pie; y eso no tiene importancia en el suelo. Pero, subido en una rama, un resbalón puede ser fatal. De modo que los monitos van todo el día colgados de su madre, hasta que son capaces de ir solos perfectamente,sin el menor error.
Pero es el monito el que se cuelga, activamente, de su madre, agarrándose con fuerza a su pelo con manos y pies, y al pezón con su boca (cinco puntos de anclaje). La madre puede correr de rama en rama, sin preocuparse de sujetar al niño. ¿Se atrevería usted a ir de rama en rama, o simplemente caminando por la calle, con su bebé a cuestas pero sin sujetarlo, ni con los brazos ni con ningún paño o correa? Claro que no. Para que un niño sea capaz de colgarse de su madre y sujetarse solo durante largo rato, probablemente debería tener al menos dos años. Ya nuestros primos más cercanos, los chimpancés, son incapaces de sujetarse solos al principio, y su madre tiene que abrazarlos, pero sólo durante las dos primeras semanas.
La diferencia con nuestros hijos es abismal. Y para caminar (no para dar cuatro pasos a nuestro alrededor, como hacen al año, sino caminar de verdad, para seguirnos cuando vamos de compras, sin llorar y sin que tengamos que girar la cabeza cada segundo a ver si vienen o no), nuestros hijos tardan al menos tres o cuatro años.
Hasta los 12 o 14 años, es prácticamente imposible que los niños sobrevivan solos; y en la práctica, procuramos no dejarles solos hasta los 18 ó 28 años. Los seres humanos son los mamíferos que durante más tiempo necesitan a sus padres, y dejan muy atrás a! segundo clasificado. Probablemente, esto se debe en parte a nuestra gran inteligencia. Como decíamos de los lobos, la conducta debe ser aprendida para ser inteligente, pues la conducta innata es puramente automática. Nuestros hijos tienen que aprender más que ningún otro mamífero, y por lo tanto tienen que nacer sabiendo menos.
¿Y qué tiene todo esto que ver con que los niños se despierten? Ya llega, ya llega. Ahora mismo veremos que tiene que ver todo lo anterior con la conducta de su propio hijo.
Empezábamos diciendo que hay crías que necesitan estar todo el rato con su madre, encima de ella o siguiéndola a poca distancia, y otras que se quedan escondidas, en un nido o madriguera, esperando a que su madre vuelva. Para saber a qué tipo pertenece un animal, basta con observar cómo se comporta una cría cuando su madre se va. Los que tienen que estar siempre juntos se ponen inmediatamente a llorar, y lloran y lloran (o hacen el ruido equivalente en su especie) hasta que su madre vuelve.Una cría de ganso, por ejemplo, aunque tenga agua y comida cerca, no come ni bebe, sino que sólo llora hasta que sus padres vuelven, o hasta la muerte. Sin sus padres, de todos modos no tardaría en morir, por lo que debe agotar toda su energía en llorar para que vuelvan. Y debe empezar a llorar inmediatamente, en cuanto se separa, porque cuanto más tarde en hacerlo más lejos estará, y por tanto más difícil será que le oiga. En cambio, un conejito o un gatito, cuando su madre se va, permanecen muy quietos y callados. Esa separación es norma! en su especie, y si se pusieran a llorar podrían atraer a otros animales, lo que siempre es peligroso. ¿Cómo reacciona su hijo cuando usted le deja en la cuna y se aleja? Si, como hacían los míos, "se pone a llorar como s¡ le matasen", quiere decir que, en nuestra especie, lo normal es que los niños estén continuamente, las 24 horas, en contacto con su madre.
Y no es difícil imaginar que hace 50.000 años, cuando no teníamos casas, ni ropa, ni muebles, separarse de su madre significaba la muerte. ¿Se imagina a un bebé desnudo en el campo, al aire libre, expuesto a! sol, a la Huvia, al viento y a las alimañas, sólo durante ocho horas, mientras su madre "trabaja" recogiendo frutas y raíces? Ni siquiera una hora podría sobrevivir en esas circunstancias. En tiempos de nuestros antepasados, los bebés estaban las 24 horas en brazos, y sólo se separaban de su madre para estar unos momentos en brazos de su padre, su abuela o sus hermanos. Y cuando empezaban a caminar lo hacían alrededor de su madre, y tanto la madre como el niño se miraban continuamente, y se avisaban mutuamente cuando veían que e! otro se despistaba.








Hoy en día, cuando usted deja a su hijo en la cuna, sabe que no corre ningún peligro. No pasará frío, ni calor, ni se mojará, ni se lo comerá un lobo. Sabe que usted está a pocos metros, y le oirá si pasa algo y vendrá en seguida (o, si usted ha salido de casa, sabe que otra persona ha quedado de guardia, escuchando a pocos metros).
Pero su hijo no sabe todo eso. Nuestros niños, cuando nacen, son exactamente ¡guales a los que nacían hace 50.000 años. Por si acaso, a la más mínima separación, lloran como si usted se hubiera ido para siempre. Más adelante, cuando empiece a comprender dónde está usted, cuándo volverá y quién ie cuida mientras tanto, empezará a tolerar las separaciones con más tranquilidad. Pero aún faltan unos años. Casi toda la conducta de! bebé, que aún no ha aprendido nada, es instintiva, idéntica a la de nuestros remotos antepasados. Y ia conducta instintiva de la madre también tiende a aparecer, aquí y allá, despuntando entre nuestras gruesas capas de cultura y educación.
Por eso, cuando vaya al parque con su hijo de tres años, ambos se comportarán de forma muy similar a sus antepasados. Usted mirará casi todo el rato a su hijo, y le avisará cuando se despiste ("ven aquí" "no vayas tan lejos"). Su hijo también le mirará con frecuencia, y s¡ la ve despistada o hablando con otras personas se pondrá nervioso, incluso se enfadará, e intentará llamar su atención ("mira, Mamá, mira", "mira qué hago", "mira qué he encontrado"...)
Llegamos a la noche. Es un periodo particularmente delicado, porque si el niño duerme ocho horas, y la madre se ha ¡do durante este tiempo, cuando despierte puede estar a siete horas de marcha, y por más que llore no la oirá. Hay que montar la guardia. Durante las primeras semanas, nuestros hijos están tan completamente indefensos que es su madre la que debe encargarse de mantener el contacto. En aquellas raras culturas (como la nuestra) en que madre e hijo no duermen juntos, laseparación hace que la madre esté muy intranquila, y sienta la necesidad imperiosa de ir a ver a su hijo cada cierto tiempo. ¿Qué madre no se ha acercado a la cuna "para ver si respira"? Ciaro que sabe que está respirando, claro que sabe que no te pasa nada, claro que sabe que su marido se reirá de ella por haber ido... pero no puede evitarlo, tiene que ir.




A medida que el niño crece, se va haciendo más independiente. Eso no significa que pase más tiempo solo, o que haga las cosas sin ayuda, porque el ser humano es un animal social, y no es normal que esté solo. Para un ser humano, la soledad no es independencia, sino abandono. La independencia consiste en ser capaces de vivir en comunidad, expresando nuestras necesidades para conseguir la ayuda de otros, y ofreciendo nuestra ayuda para satisfacer las necesidades de los demás. Ahora ya no hace falta que usted vaya a comprobar si su hijo respira o no; ¡él se lo dirá! Como se está haciendo independiente, será él quien monte guardia. Se despertará más o menos cada hora y media o dos horas, y buscará a su madre. SE su madre está al lado, la olerá, la tocará, sentirá su calor, tal vez mame un poco, y se volverá a dormir en seguida. Si su madre no está, se pondrá a llorar hasta que venga. SÍ Mamá viene en seguida, se calmará rápidamente. Si tarda en venir, costará mucho tranquilizarle; intentará mantenerse despierto, como medida de seguridad, no sea que Mamá se vuelva a perder.
Es aquí donde la vida real no coincide con los libros, porque a las madres les han dicho que, a medida que su hijo crezca, cada vez dormirá más horas seguidas. Y muchas se encuentran con la sorpresa de que es todo lo contrario. No es "insomnio infantil", no son "malos hábitos", simplemente es una conducta normal de los niños durante los primeros años. Una conducta que desaparecerá por sí sola, no con "educación" ni "entrenamiento", sino porque el niño se hará mayor y dejará de necesitar la presencia continua de su madre.
Si cada vez que su hijo llora usted acude, le está alentando a ser independiente, es decir, a expresar sus necesidades a otras personas y a considerar que "lo norma!" es que le atiendan. Eso le ayudará a ser un adulto seguro de sí mismo e integrado en la sociedad.
Si cuando su hijo llora usted le deja llorar, le está enseñando que sus necesidades no son realmente importantes, y que otras personas "más sabias y poderosas" que él pueden decidir mejor que él mismo lo que le conviene y lo que no. Se hace más dependiente, porque depende de los caprichos de los demás y no se cree lo suficientemente importante para merecer que le hagan caso,
Una infancia feliz en un tesoro que dura para siempre, que nadie podrá jamás arrebatarte. La infancia de su hijo está ahora en sus manos.



Cuando se desparrama la noticia por la “muerte súbita” de un bebé, el miedo a lo impredecible y la falsa aseveración de que esa posibilidad es “aleatoria” -es decir que le puede ocurrir a nuestro bebe en cualquier momento- se apodera de nosotros, con la idea fortuita de que dependerá de la buena o la mala suerte que tengamos.

Sin embargo las cosas no son así. La “muerte súbita” está mal nombrada. Tendríamos que llamarla “muerte en la cuna”. Para ser más exactos, habría que denominarla: “muerte en la cuna mientras está solo.”. No hay bebes sanos que mueran súbitamente en brazos de una persona maternante. Discutir si es mejor hacerlos dormir boca arriba o boca abajo, refleja la espantosa ignorancia que los occidentales compartimos sobre el universo de los bebes. Lo único a investigar es si los bebes duermen solos o si duermen en contacto completo y absoluto con otro cuerpo humano.

Toda cría de mamífero de cualquier especie sabe que no puede ni debe estar sola, porque queda expuesta a los depredadores. El bebe humano sabe exactamente lo mismo, por eso usa sus dos principales herramientas para su supervivencia: el llanto y la succión. Ahora bien, si después de llorar y llorar y llorar, ningún adulto acude a salvarlo...porque “tiene que acostumbrarse a dormir solo”, aparecerá la resignación y la dolorosa certeza de saber que está solo en este mundo. Luego, en su afán por ser amado, reclamará presencia y contacto corporal de múltiples maneras: enfermándose, llorando en momentos inadecuados, lastimándose, no aumentando de peso, deprimiéndose…hasta que una noche…en medio de un profundo silencio, decide no despertar más.

¿Y qué hacemos los hombres y las mujeres decentes y bien pensantes? Le decimos a la mamá que vuelva a trabajar pronto, que sea fuerte, que no afloje, que no se rinda, que la queremos, que sea valiente, que se ocupe de sí misma, que tenga garra, que luche, que siga adelante.
Mientras expulsemos a todas las madres del recogimiento y el silencio de la maternidad y mientras sólo las reconozcamos en los ámbitos públicos o exitosos, seguiremos siendo todos responsables por cada bebe que decide partir, harto de soledad, quietud y frío.

Laura Gutman

Lo que el Dr. Estivill debería explicar (si fuera sincero)
bebésymás
Hace unos días explicamos cómo es el sueño de los niños y cuándo, más o menos, empiezan a dormir de noche. La información que pudisteis leer choca casi frontalmente con las teorías del Dr. Estivill, así que he querido emular un escrito que pienso que el Dr. Estivill debería hacer, para decir la verdad a todas las madres y padres:
Mi libro, “Duérmete niño“, ha sido traducido a varios idiomas y se han vendido en todo el mundo más de 20 millones de copias.
El libro va dirigido a los niños con problemas de insomnio, los que no se pueden dormir de manera patológica, pero niños con insomnio hay muy pocos, así que tuve que explicar el sueño de los niños de manera poco cierta para que 20 millones de personas con bebés completamente sanos pensaran que sus hijos realmente dormían mal (y los que lo siguen comprando).
He decidido ser sincero y explicar realmente cómo es el sueño de los niños y qué es lo que podríamos considerar normal:• Sé que en mi libro digo que a los seis meses los niños tienen que dormir toda la noche, sin embargo no es del todo cierto. Es normal que los niños se despierten de manera frecuente durante los 2 o 3 primeros años de vida.
• Los niños amamantados suelen despertarse con mayor frecuencia que los que toman leche artificial, aunque en mi método hablo de todos los niños indistintamente. Aunque pudiera parecer algo negativo lo cierto es que supone un mayor contacto y apego incluso en la noche y tiene parte de explicación en la necesidad del bebé de sentirse seguro para dormir tranquilo y en la de asegurar el alimento realizando succión nocturna (cuando los niveles de prolactina de la madre son más elevados). Se puede decir que el bebé come de noche y realiza succión para asegurarse el alimento del día siguiente.
Como la lactancia materna proporciona succión (la succión les calma) y les proporciona alimento instantáneo, sin necesidad de esperar a la preparación de un biberón (además de que contiene sustancias favorecedoras del sueño), estos niños se duermen antes que los alimentados con leche de fórmula. En otras palabras, se despiertan más, pero se duermen antes.
De hecho, como la lactancia materna es la alimentación natural de la especie humana, si el ser alimentado de esta manera hace que los niños se despierten más, es que es lo normal.
• Es normal que un niño se despierte por la noche incluso hasta los 5 años. Para ser más concreto, el sueño casi adulto se produce alrededor de los 5-6 años.
• Un estudio observacional (filmación de los bebés durmiendo) muestra que el 44% de los bebés duerme toda la noche a los 2 meses y el 78% lo hace a los 9 meses.
Otros estudios similares indican que a los 4 meses un 50% de los bebés duerme del tirón y que a los 9 meses lo hace el 96%.
Gracias a este tipo de estudios he podido afirmar (pese a no ser del todo cierto, viendo las cifras) que los bebés de 6 meses deberían dormir toda la noche, sin embargo, leyendo detenidamente los estudios vemos que en el primer estudio consideran “dormir toda la noche” como que “el niño no salga de la cuna entre las 12 y las 5 de la madrugada” y en los otros estudios llaman a dormir del tirón el dormir seis horas seguidas.
Claro, si el niño se duerme a las 9 PM, la mayoría de los niños de hasta 9 meses estarán despiertos a las 2-3 de la mañana. Esto es algo normal, pero obviando estas apreciaciones sobre los estudios he conseguido que ustedes mis queridos papás crean que están fallando a la estadística de mi libro, que su hijo tiene un problema y que deben seguir leyendo para ofrecerle una solución.
La AEPED en su guía de lactancia materna para profesionales especifica que a los 6 meses duerme toda la noche (o sea, entre las 0 h y las 6:00 h) sólo el 16% de los bebés, aunque yo en mi libro digo que lo tiene que hacer el 100%. El 50% de ellos se despierta ocasionalmente, el 9% se despierta casi todas las noches y el 5% se despierta todas las noches.
Repito, entendiendo como noche el periodo comprendido entre las 0 y las 6 AM (esto significa que si ampliáramos el periodo a un horario comprendido entre las 21 PM y las 8 AM los resultados serían, digámoslo suavemente, escandalosos).
Tras conocer todos estos datos, mi querido lector, si aún siente la necesidad de obligar a su hijo a dormir en el horario que a usted le va bien, aunque vaya en contra de las necesidades del bebé y de sus ritmos de maduración cerebral, puede intentar mi método (que no es mío realmente, pues es del siglo pasado) que se basa en no hacer caso a las necesidades reales de su bebé para que aprenda que por la noche sus demandas no serán satisfechas.
Puede tardar unos días o semanas, es normal, pues los bebés, como los adultos, insisten en tener aquello que necesitan. En este caso, lo que solicitan es compañía y calor para sentirse seguros y un hombro, pecho o biberón que les calme lo antes posible para que poco a poco, a su ritmo, vayan aprendiendo a dominar sus necesidades nocturnas y acaben por dormir de una manera más continua.
Pasado ese tiempo su hijo sabrá que es inútil pedir algo que nunca va a llegar. No es que lo haya dejado de necesitar, es que se ha resignado.
• Mi método, si produce llanto y estrés, hace que aumente la secreción cerebral de cortisol, la hormona del estrés. Los expertos dicen que los bebés que menos estrés sufren de pequeños son los que en la edad adulta controlan y dominan mejor sus ansiedades y sus niveles de estrés. Quizás es un dato que quiera tener en cuenta.
Además el cortisol evita la conciliación del sueño, por lo que muchas veces se genera un pez que se muerde la cola.
• Es probable que tenga efectos secundarios: Muchos padres se preguntarán si mi método tiene efectos secundarios. Además de lo comentado sobre el cortisol se ha evidenciado, a corto plazo, la aparición en algunos bebés de problemas conductuales o del sueño tales como pesadillas, aparición de miedos y fobias, etc. (Milberg F, Gerold I).
Las consecuencias a largo plazo pueden ser: trastornos de ansiedad, depresiones, baja autoestima, indefensión aprendida, trastornos del apego, etc.
La misma AEPED ha dicho sobre mi método que “Las técnicas de terapia conductista de condicionamiento del sueño son difícilmente compatibles con la lactancia materna; deberían reservarse a niños con enfermedades del sueño, no estando probadas ni su eficacia, ni su repercusión psicológica a largo plazo”.
Por suerte, los problemas a largo plazo generan un problema a la hora de demostrar la causalidad, así que es muy probable que nadie me busque nunca para pedirme explicaciones.
Un saludo,
Eduard Estivill.
Bien, pues este es el escrito, documento o declaración que muchos estamos esperando del Dr. Estivill. Quién sabe, quizás algún día nos sorprenda y se sincere con todos los padres y madres a los que ha engañado. Quizás lo haga el día que decida que ya ha vendido suficientes libros, quizás no.
En unos días os traeré una nueva entrada con algunas ideas para que los niños duerman un poco mejor (o no).

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